Posición de los rabinos y monjes piadosos acerca del Mensaje de Muhámmad
Cuando los textos de la Torá y el Evangelio se mantenían libres de adulteraciones, sin que se ocultase de ambos absolutamente nada, tras la cercana llegada (y ascenso al cielo) de Jesús (con él sea la paz) los rabinos y monjes sabían que el mensaje que trajo Muhammad (con él sea la paz y las bendiciones) era la Verdad, ya que los Evangelios albriciaban el surgimiento de un Profeta luego de Jesús (con él sea la paz) y además explicaban algunas de sus cualidades que sabían que tendría Muhammad (con él sea la paz y las bendiciones) por lo que muchos judíos y cristianos creyeron en él, en particular rabinos y monjes ya que tenían acceso a los Libros Sagrados. Dios, enaltecido sea, dice: Aquellos que sigan al Mensajero y Profeta iletrado [Muhámmad], quien se encuentra descrito en la Tora y el Evangelio; [el Profeta] que les ordena el bien y les prohíbe el mal, les permite todo lo beneficioso y solo les prohíbe lo perjudicial, y les abroga los preceptos difíciles que pesaban sobre ellos [la Gente del Libro]. Y quienes crean en él, lo secunden, defiendan y sigan la luz que le ha sido revelada, serán los bienaventurados”. (7:157)
El Mensajero de Dios (con él se la paz y las bendiciones) explicó a sus compañeros que él era la albricia que había dado su hermano Jesús (con él sea la paz), cuando le pidieron: “Infórmanos acerca de ti”, les dijo: “Soy la respuesta al ruego de Abraham y la albricia de Jesús, mi madre vio, cuando estaba embarazada de mí, que salía una luz que iluminaba los castillos de Bosra en la tierra de Sham”.
Cuando fue enviado Muhammad (con él sea la paz y las bendiciones) algunas personas de la Gente del Libro creyeron en él, y otras no. Dijo Safiah bint Haii Ibn Ajtab (que Dios se complazca de ella), esposa del Mensajero de Dios, que era judía antes de aceptar el Islam: “Se dirigieron mi padre y mi tío paterno Abu Yaser a ver al Mensajero de Dios al principio del día y regresaron al final del día, apáticos y desganados, por lo que traté de ser dulce y animarlos, yo era la niña más amada para ambos, pero no me prestaron atención, escuché a mi tío decirle a mi padre: “¿Es realmente él?” Respondió: “¡Si, por el Señor de Moisés! Es el Profeta con todas sus cualidades”, le preguntó mi tío: “¿Cuál será tu postura?” Le dijo: “Seré su enemigo mientras esté vivo”.
Muchos rabinos y monjes, antiguamente y en la actualidad, aceptaron el mensaje de Muhammad (con él sea la paz y las bendiciones). Entre ellos, el Negus, rey de Etiopía, en la época del Mensajero Muhammad (con él sea la paz y las bendiciones) que era un cristiano conocedor del Libro Sagrado, sabía las albricias que mencionaban al
Profeta que sería enviado después de Jesús (con él sea la paz), era un hombre de fe luminosa, había aceptado el cristianismo puro, lejos de todo desvío y fanatismo.
Narró Ummu Salamah (que Dios se complazca de ella), esposa del Profeta (con él sea la paz y las bendiciones): “Cuando arribamos a la tierra de Abisinia, el Negus nos brindó el mejor asilo, pudimos sentirnos seguros con nuestra religión y pudimos adorar a Dios, nadie nos perjudicaba, nunca escuchamos nada que nos disgustase. Cuando la noticia llegó a
Quraish, conspiraron para enviar al Negus costosos regalos de entre los artículos más lujosos de La Meca, y lo mejor que les llegaba eran los condimentos, reunieron muchos de ellos, para no dejar ningún obispo sin que recibiese su regalo, luego enviaron con los regalos a Abdullah bin Abi Rabi´ah Al Makhzumi y a ´Amr bin Al ´As, a quienes
les ordenaron:
“Entréguenle a cada obispo su regalo antes de hablar con el Negus acerca de ellos, luego entreguen sus regalos al Negus, luego pídanle que se los entreguen antes de hablar con ellos”. Dijo Ummu Salamah: “Salimos ese día encontrándonos en el mejor lugar, protegidos por la mejor gente, pero ya le habían entregado sus regalos a cada obispo antes
de hablar con el Negus, ambos le dijeron a los obispos: “Han llegado a la tierra del rey, jóvenes necios de nosotros, dejaron la religión de su pueblo y no aceptaron la religión de ustedes, aparecieron con una religión que inventaron, no la conocemos y tampoco ustedes, luego fuimos enviados por los notables de nuestra gente para que sean
devueltos a su pueblo, si hablamos con el rey indíquenle que los entregue y no hable con ellos, ya que nuestro pueblo es quien mejor sabe acera de ellos y el peligro que representan”, los obispos asintieron.
Luego entregaron los regalos al Negus quien los aceptó, entonces le dijeron: “¡Rey! Unos jóvenes necios de nuestro pueblo vinieron a tu país, dejaron nuestra religión y no aceptaron la tuya, vinieron con una religión que inventaron, nosotros no la conocemos y tampoco tú, fuimos enviados por los más nobles de entre los nuestros para que los devuelvas”. Ella dijo: No había nada más odiado por Abdullah bin Abi Rabi´ah y para ´Amr ibn Al ´As que el Negus quisiera escuchar a los musulmanes.
Los obispos a su alrededor le dijeron: “¡Rey! Créeles, ellos tiene que saber mejor acerca de su gente que nosotros y de lo que dicen de ellos, entrégaselos y que los lleven de regreso a su pueblo”. Ella agregó: “El rey se enfadó y les dijo: “¡No, por Dios! Si se los entrego cuando han buscado asilo aquí, vinieron a mi país, me eligieron por encima de otros, los convocaré para preguntarles qué dicen al respecto. Si es cierta la acusación, se los entregaré a ellos dos y los devolveré a su pueblo, pero si no es así, lo impediré y los protegeré ofreciéndoles seguridad”.
Envió por los compañeros del Mensajero de Dios, y cuando se les presentó el enviado por el rey convocándolos, se reunieron y se preguntaron: “¿Qué le vamos a decir cuando vayamos?” Dijeron: “¡Por Dios! Diremos lo que nos ordenó nuestro Profeta y que suceda lo que tenga que suceder”. Al llegar, el Negus había convocado a los obispos. El rey preguntó a los compañeros del Profeta: “¿Qué cree la religión que los ha llevado a dejar la de su pueblo, siendo que no abrazaron mi religión ni la de ninguna nación?”.
Ella dijo: “Entonces habló Ya´far ibn Abu Talib, quien le respondió: “¡Rey! Éramos un pueblo de conducta ignorante, adorábamos ídolos, cometíamos obscenidades, rompíamos los lazos familiares, tratábamos mal al vecino, el fuerte de nosotros se devoraba al débil. Esa era nuestra realidad hasta que Dios nos envió un Mensajero de entre nosotros mismos, conocemos su linaje y sinceridad, su confiabilidad y honestidad, nos invitó a creer en Dios como única divinidad y a adorarlo solo a Él, y que dejásemos de adorar, como nuestros padres y ancestros, piedras e ídolos. Nos ordenó a hablar con sinceridad, a devolver en forma correcta lo que se nos deja en nuestro cuidado, a mantener unidos los lazos de familiares, a tratar bien a los vecinos, a abstenernos de cometer pecados y derramar sangre, nos prohibió la inmoralidad, prestar falso testimonio, usurpar los bienes de los huérfanos, calumniar a las mujeres honestas”. Dijo ella: “Y enumeró otros asuntos del Islam y finalmente agregó: “Y le creímos, lo seguimos en su mensaje, adoramos solo a Dios, Único, y no le asociamos copartícipes, consideramos ilícito lo que nos prohibió, y lícito lo que declaró como tal, pero nuestro pueblo se enemistó con nosotros, nos castigó y persiguió para que dejemos nuestra religión y regresemos a la adoración de los ídolos y abandonemos la adoración de Dios, Todopoderoso, para que volvamos a considerar lícitas las cosas perniciosas, cuando pretendieron coaccionarnos y se tornaron sumamente injustos, y la situación se puso tensa, al punto de interponerse entre nosotros y nuestro derecho a seguir nuestra religión, emigramos hacia tu país, te elegimos por encima de los demás, buscamos tu protección, anhelamos no ser oprimidos junto a ti ¡Oh Rey!”
El Negus dijo: “¿Tienes con ustedes algo de lo que le ha sido revelado por Dios?” “¡Sí!” Le dijo Ya´far, el Negus le pidió que le recitase y le recitó el principio del capítulo “Mariam (la virgen María)”. Dijo ella: “Al escuchar, el Negus comenzó a llorar, hasta mojar su barba, y también comenzaron a llorar los obispos hasta mojar las copias de sus Libros por lo que oían que les era recitado”.
El Negus dijo: “Esto y lo que trajo Moisés provienen de una sola lámpara ¡Váyanse! ¡No se los voy a entregar jamás!”
Dijo Ummu Salamah: “Cuando salíamos ´Amr bin Al-´As dijo: “¡Por Dios! Mañana regresaré junto al Negus y le contaré de ellos, algo que le hará expulsarlos inmediatamente”.”
Abdullah ibn Abi Rabi´ah que era el más piadoso de ambos le dijo: “No lo hagas, si bien discrepan con nosotros tenemos lazos de parentesco entre nosotros”. Le dijo: “¡Por Dios! Le informaré que creen que Jesús el hijo de María es un siervo como cualquier otro”.
Narró Ummu Salamah: “A la mañana siguiente se dirigió al rey y le dijo: “Ellos dicen acerca de Jesús el hijo de María palabras terribles”, entonces el rey los llamó y les preguntó qué tenían para decir al respecto. Los compañeros del Profeta se reunieron nuevamente y se preguntaron: “¿Y ahora qué vamos a decirle?” Y resolvieron: “Vamos a decir lo que dice Dios, Todopoderoso, y lo que trajo nuestro Profeta, y que suceda lo que tenga que suceder”. Al presentarse ante el rey les preguntaron: “¿Qué dicen sobre Jesús el hijo de María?” Entonces Ya´far ibn Abu Talib dijo:
“Decimos sobre Jesús lo que nuestro Profeta nos ha enseñado. Afirmamos que es Siervo y Mensajero de Dios, y su verbo, con el cual agració a María, y un espíritu que emana de Él”. Entonces el Negus declaró que las palabras del Mesías Jesús el hijo de María y lo que Ya´far decía eran verdades. Los obispos desaprobaron lo que decía el Negus pero exclamó: “Aunque lo desaprueben ¡Por Dios! Serán protegidos en mi tierra, podrán vivir tranquilos, quien les quiera hacer algún daño deberá pagar, no me gustaría tener una montaña de oro y que a ustedes les sucediese algún mal, devuélvanles sus regalos pues no los necesito ¡Por Dios! Imposible que acepte sobornos siendo que Dios me ha agraciado generosamente”. Y Así se fueron los enviados por Quraish derrotados, rechazados.
Una persona coherente de la Gente del Libro, sabe luego de leer lo que el Sagrado Corán dice sobre Jesús (con él sea la paz) y sobre su madre (con ella sea la paz) que es la Verdad, y acepta lo que está mencionado en el Evangelio correcto, sin adulteraciones, ya que ambos Libros surgen de una misma fuente. La gran mayoría que ha aceptado el Islam eran cristianos debido a la proximidad entre ellos y los musulmanes. La historia de Heraclio, rey de Bizancio con Abu Sufian antes de aceptar el Islam es muy conocida, y trascendió por que fue registrada en los libros de historia, lo que indica el nivel de conocimiento sobre la sinceridad del Mensaje de Muhammad (con él sea la paz y las bendiciones) ya que sus Libro todavía no habían sido adulterados.´
Abdullah ibn ´Abbas narró que Abu Sufian ibn Harb le informó lo siguiente: “Heraclio envió por él a la caravana de Quraish, en ese entonces comerciaban en Sham. Abu Sufian y los incrédulos de Quraish, fueron donde se encontraba, que era Iliá (una ciudad), lo convocaron a una reunión donde estaban junto a él los jerarcas de Bizancio, llamaron a un traductor y les preguntaron: “¿Quién de ustedes es el más cercano a ese hombre que dice ser un Profeta?” “¡Yo! soy el pariente más cercano de entre nosotros”, dijo Abu Sufian. Le dijo Heraclio: “Acércate”, y también se acercaron sus compañeros.
Le preguntó: “¿Cuál es su linaje entre ustedes?” Me dije: “Tuve vergüenza que luego pudiere decirse de mí que era un mentiroso, entonces respondí: “Es una persona de linaje entre nosotros”.
Preguntó: “¿Alguno de ustedes dijo lo mismo que dice él anteriormente?” “No”, le respondí.
“¿Alguno de sus ancestros era rey?” “No”, respondí. “¿Lo siguen los más nobles o los más débiles?” Le dije: “Los más débiles”. “¿El número de seguidores se incrementa o merma?” “Se incrementa” “¿Alguno renegó enojado con su religión luego de haberla aceptado?” “No”, le respondí “¿Lo acusaban de mentiroso antes de que comenzara a decir lo que dice?” “No”, le respondí “¿Acaso sabes de él alguna traición?” “No” le contesté, no pude decir nada fuera de lo que me preguntaba y siguió: “¿Lo combatieron?” “Si”, le dije “¿Cuál fue el resultado?” “La guerra entre él y nosotros es de variados resultados, a veces triunfa y a veces nosotros lo hacemos” “¿Qué les ordenaba?” “Que adorásemos solamente a Dios, que no le asociásemos copartícipes, que abandonemos lo que decían nuestros padres, que hagamos la oración, decir la verdad, ser honestos y que cuidemos los lazos familiares”.
Le pidió al traductor que me dijese: “Te pregunté sobre su linaje y me respondiste que era de familia noble, al igual que los Mensajeros que eran pertenecientes a las mejores familias de sus pueblos. Te pregunté si alguien ya había dicho lo que él dice y me dijiste que no, si me respondías afirmativamente, podría pensar que es una persona que imitaba a otro que ya decía tales cosas. Te pregunté si algunos de sus antecesores había sido rey y me respondiste que no, caso contrario podría pensar que es un hombre que busca el reinado y el poder que perdieron sus antepasados. Te pregunté si lo habían acusado alguna vez de mentiroso antes de comenzar a decir lo que dice y me respondiste que no, si no le miente a la gente por qué habría de mentir sobre Dios. Te pregunté si los más nobles o los más débiles eran quienes lo seguían y me dijiste que los más débiles, y así siempre fueron los seguidores de los Mensajeros. Te pregunté si aumentaba el número de seguidores o disminuía y me informaste que aumentaba, así es el tema de la fe hasta completarse. Te pregunté si alguien había renegado, enojado con la religión luego de haberla aceptado y me dijiste que no, así es la fe cuando se encuentra con la complacencia del corazón. Te pregunté si era traidor y me dijiste que no, así son los Mensajeros, nunca traicionan. Te pregunté qué les ordenaba y me dijiste que les ordenaba que adoraran solamente a Dios, que no le asociasen copartícipes, les prohibió la idolatría, les ordenó que realizaran la oración, decir la verdad y ser honestos. Y si lo que dices es verdad, él tomará posesión del lugar sobre el que están mis pies. Yo tenía conocimiento de su advenimiento, pero no podía imaginar que saldría de entre ustedes. Si estuviera seguro de llegar ante él, iría directamente a su encuentro, y si estuviera junto a él le lavaría los pies”.
Luego pidió la carta que el Mensajero de Dios había enviado al gobernador de Basora; y cuando se la entregaron a Heraclio, la leyó. En la carta decía lo siguiente: “En el Nombre de Dios, el Misericordioso, el Compasivo. De Muhammad, el siervo de Dios y Su Mensajero a Heraclio, Soberano de los Bizantinos: La paz sea para quien sigue la guía. Te invito con la palabra del Islam, hazte musulmán y estarás salvo, y Dios te dará tu recompensa dos veces. Pero si le das la espalda al mensaje, sobre ti recaerá el pecado de tus súbditos: Di: “¡Oh, Gente del Libro! Convengamos en una creencia común: No adoraremos sino a Dios, no Le asociaremos nada y no tomaremos a nadie como divinidad fuera de Dios”. Pero si no aceptan digan: “Sean testigos de que nosotros solo adoramos a Dios”. (3: 64)”
Dijo Abu Sufián: “Cuando dijo esto y hubo acabado de leer la carta; se originó en torno a él un gran tumulto, empezaron a agitarse y nos sacaron de allí y les dije a mis compañeros: “Realmente el caso de Muhammad está cobrando importancia, pues el rey de los Banu Asfar (los bizantinos y romanos) le teme”. Y no dejé de estar seguro de que vencería hasta que Dios hizo entrar el Islam en mi corazón”.
También es muy conocida la historia del contingente de cristianos de Nayrán, que eran sesenta, de los cuales catorce eran la junta encargada de sus asuntos, y tres de los más nobles eran sus líderes: Al ´Aqib, As-Sayed, y Abu Harizah bin ´Ilqimah. Debatieron con el Profeta Muhammad acerca del Mesías (pretendiendo defender sus creencias cristianas), y Dios reveló por ello parte de la sura “La Familia de ´Imrán”, en la cual explica la naturaleza del Mesías, cómo comenzó su creación, y cómo fue creada su madre anteriormente, y el Mensajero de Dios ordenó que se discutiera el asunto recurriendo a “Al Mubahalah” (que implica reunirse los dos grupos que discrepan e invocar la maldición divina para quien de ambos esté rechazando la verdad a pesar de conocerla), pero ellos no aceptaron realizarlo, y se negaron a seguir la discusión para no llegar a “Al-Mubalahah”, prefiriendo reconciliarse y retirarse pacíficamente.”
Aqib Abdul Masih dijo: “¡Comunidad de cristianos! Saben que Muhammad es un Profeta que fue enviado, vino con detalles precisos acerca de Jesús, saben también que nunca un Profeta invocó la maldición sobre un pueblo sin que estos terminaran en la ruina, grandes y pequeños, y esto es lo que sucederá si lo hace sobre ustedes; si quieren persistir en lo que dicen (respecto a Jesús) y seguir con la religión de ustedes háganlo”, entonces pidieron la reconciliación y se retiraron.