LA EXPULSIÓN DE ADÁN, SU ESPOSA (CON AMBOS SEA LA PAZ) E IBLÍS DEL PARAÍSO

Luego que Iblís desobedeciera a su Señor la orden de hacer un saludo reverencial ante Adán, Dios decretó la desdicha para él y la expulsión del Paraíso, pero Iblís le prometió a Dios desviar a la humanidad, apartarlos del camino correcto debido a la envidia que sentía en su interior hacia ellos como ya lo había sentido por su padre Adán. Dios nos narra este suceso en el Corán: He creado al ser humano de arcilla, un barro maleable. Y al yinn lo había creado ya antes de fuego. [Recuerda] cuando tu Señor dijo a los ángeles: “Voy a crear un ser humano de arcilla, de barro maleable. Cuando lo haya completado e insuflado en él el espíritu que he creado para él, hagan una reverencia [en honor a Mí] ante él”. Todos los ángeles hicieron la reverencia, excepto Iblís, que se negó a ser de quienes hicieron la reverencia. Dijo [Dios]: “¡Oh, Iblís! ¿Por qué no te cuentas entre quienes hicieron la reverencia?” Dijo: “No he de hacerla ante un ser humano [que es inferior a mí], al que has creado de arcilla, de barro maleable”. Dijo [Dios]: “Sal de aquí, pues te maldigo. Serás maldito hasta el Día del Juicio”. Dijo: “¡Oh, Señor mío! Tolérame hasta el Día de la Resurrección”. Dijo: “Te concedo la prórroga que me pides, hasta el día cuyo término está definido”. Dijo: “¡Oh, Señor mío! Por haber dejado que me extravíe, los seduciré y descarriaré a todos, excepto a quienes de Tus siervos hayas protegido”. (15:26-40)

La enemistad de Iblís con Adán (con él sea la paz) comenzó en el Paraíso, al inicio de su creación. Lo acechaba para tentarlo a comer del árbol que Dios le había prohibido que comiese porque eso los haría merecedores de ser expulsados del Paraíso, tanto a él como a su esposa, de sus delicias y de los placeres que disfrutaban.

Finalmente Iblís pudo seducir a Adán (con él sea la paz) y este comió del árbol. Lamentándose por su desobediencia, reconociendo su error le pidió perdón a Dios y Él aceptó su arrepentimiento, pero el resultado de su falta fue ser expulsado del Paraíso junto con su esposa y descender a la Tierra. Dios lo explica diciendo:[Recuerda] cuando dije a los ángeles: “¡Hagan una reverencia ante Adán!” Todos la hicieron excepto Iblís. Dije: “¡Oh, Adán! Este [el demonio] es un enemigo para ti y para tu esposa; que no los haga expulsar del Paraíso pues serás un desdichado. En el Paraíso no padecerás hambre ni te faltará con qué cubrir tu desnudez, ni tampoco sufrirás sed ni calor”. Pero el demonio lo sedujo diciéndole: “¡Oh, Adán! ¿Quieres que te indique el árbol de la inmortalidad y el poder eterno?” Cuando ambos comieron del árbol, advirtieron su desnudez y comenzaron a cubrirse con hojas del Paraíso. Adán desobedeció a su Señor y cometió un pecado. Más tarde, su Señor lo eligió [como Profeta], lo perdonó y lo guió. Dijo [Dios]: “¡Desciendan del Paraíso [y habiten la Tierra]! Serán enemigos unos de otros. Cuando les llegue de Mí una guía, quienes sigan Mi guía no se extraviarán [en esta vida] ni serán desdichados [en el más allá]. Pero quien se aleje de Mi recuerdo [Mi religión] llevará una vida de tribulación, y el Día del Juicio lo resucitaré ciego. (20:116-124)

Luego de que Dios expulsó a Iblís del Paraíso a la Tierra por su desobediencia a la orden de Dios de hacer el saludo reverencial a Adán, hizo descender a Adán del Paraíso también, por motivo de su desobediencia y comer del árbol que le había prohibido comer. Luego de generaciones de hombres y mujeres sobre la Tierra comenzaron las discrepancias, la idolatría, el alejamiento del plan de vida que Dios había trazado para Adán y su descendencia. Iblís había jurado desviar a la humanidad, y efectivamente pudo descarriar a muchos, apartarlos del camino de Dios. Fue entonces cuando Dios envió a los Profetas y Mensajeros como una misericordia de su parte, para invitar a las personas a que retornasen a la forma de vida correcta, al sendero recto que les garantizaba la felicidad en las dos vidas. Luego de Adán, el primer Mensajero fue Noé (con ambos sea la paz), en su pueblo se había manifestado la idolatría y fue enviado a ellos para que regresen a la verdadera guía. Dios, enaltecido sea, narra la prédica que le hizo a su pueblo: Dijo Noé: “¡Señor mío! Ellos me han desobedecido y han seguido a aquellos a los que tener bienes materiales e hijos [los ha vuelto soberbios y] se han desviado aún más, [sus líderes] conspiraron contra mí un terrible ardid. Y les dijeron: ‘No abandonen a nuestros ídolos. No abandonen ni a Uadd, ni a Suá’, ni a Iagúz, ni a Ia‘úq ni a Nasr’. ¡Señor mío! Estos [líderes] han extraviado a muchos. ¡Haz que los opresores e injustos se extravíen cada vez más lejos!’” (71:21-24)