Los milagros que Dios les concedía a los Mensajeros
Dios envió a los Mensajeros, los socorrió con la posibilidad de realizar milagros perceptibles para que sean signos de la veracidad de sus Mensajes. Teniendo en cuenta que estos milagros eran perceptibles, culminaban junto con su época, y no creía en ellos salvo algunos de los que los presenciaban. Cuando llegó el Mensaje de Muhammad (con él sea la paz y las bendiciones) y cuyo Mensaje era general y el último, debía ser un milagro eterno que perdurara en el tiempo hasta la Hora Final, para que sea una prueba irrefutable para toda la creación, para que fuese un testigo para las generaciones venideras acerca de la veracidad del Mensaje de Muhammad (con él sea la paz y las bendiciones) con el cual fue enviado por Dios. Pero cabe recalcar que todos estos milagros sólo eran factibles con la anuencia divina, enaltecido sea, y era una forma de secundar a los profetas, tal como lo informa Dios en el Corán: He enviado a otros Mensajeros antes de ti, y les concedí esposas e hijos. Ningún Mensajero podría presentar un milagro salvo con el permiso de Dios. Cada asunto está registrado en un Libro. (13:38)
Los milagros con los que Dios secundaba a los Mensajeros eran acorde a lo que predominaba en el pueblo que habían sido enviados. Por ejemplo, en el pueblo de Moisés (con él sea la paz) sobresalía la magia y la hechicería, por lo que el milagro de Moisés (con él sea la paz) era su vara que arrojó y se devoró las varas y cuerdas que habían lanzado los hechiceros que se movían y reptaban semejando ser serpientes al punto que Moisés mismo se atemorizó. Dios dice, narrando la historia de Moisés con los hechiceros que lograron embrujar las miradas de la gente llegando a considerar una hazaña lo que veían, se presentaron con una magia poderosa, pero Dios desbarató sus planes y socorrió la Verdad destruyendo la falsedad: Los hechiceros se presentaron ante el Faraón y dijeron: “Exigimos una recompensa si somos los vencedores”. Dijo el Faraón: “¡Sí! Se los recompensará y serán de mis allegados”. Dijeron [los hechiceros]: “¡Oh, Moisés! Arroja tú o lo hacemos nosotros”. Dijo: “¡Arrojen ustedes!” Cuando los hechiceros arrojaron [sus varas], hechizaron los ojos de la gente y los aterrorizaron. Su hechizo era poderoso. Pero le revelé a Moisés: “Arroja tu vara”, y [al transformarse en serpiente] se tragó [la ilusión que los hechiceros] habían hecho. Entonces quedó en evidencia la verdad y la falsedad de lo que [los hechiceros] habían hecho. Y fueron vencidos [los hechiceros] quedando humillados. Pero los hechiceros se prosternaron. Dijeron: “Creemos en el Señor del universo, el Señor de Moisés y de Aarón”. (7:113-122)
Jesús (con él sea la paz) fue enviado a un pueblo en el que predominaba el avance en la medicina y las ciencias, por lo que sus milagros tenían que ser acordes a su civilización. Dios lo socorrió con milagros grandiosos que llevan a recordar el gran poder de Dios y fortalece la fe en Él. Jesús (con él sea la paz) habló a la gente siendo un bebé en la cuna, plasmó con barro la forma de un ave, sopló en esa figura y se convirtió en un ave con la anuencia de Dios, curó al ciego de nacimiento y al leproso, resucitó a los muertos con el permiso de Dios, le informaba a la gente qué comían y qué almacenaban en sus casas. Dios lo relata en el Corán: Dios dirá: “¡Oh, Jesús hijo de María! Recuerda las bendiciones que te concedí a ti y a tu madre, cuando te fortalecí con el Espíritu Santo para que pudieras hablar a la gente desde la cuna y de adulto, y te enseñé la escritura, la sabiduría, la Tora y el Evangelio. Cuando modelaste con arcilla un pájaro con Mi anuencia, y luego soplaste en él y se convirtió en un pájaro real con Mi permiso, y curaste al ciego de nacimiento y al leproso con Mi permiso, y resucitaste al muerto con Mi permiso. Te protegí de los Hijos de Israel cuando te presentaste ante ellos con las evidencias, y los que negaron la verdad dijeron: “Esto es hechicería pura”. (5:110)
Entre los milagros que hizo Jesús (con él sea la paz) fue que Dios respondió su ruego cuando sus discípulos le pidieron que hiciera descender una mesa servida para sosegar sus corazones y saber profundamente que su Mensaje era verdadero, por lo que invocó a su Señor y le concedió lo que pedía. Dios relata esta hermosa historia: Cuando los discípulos de Jesús dijeron: “¡Oh, Jesús hijo de María! ¿Tu Señor podría hacernos descender del cielo una mesa servida?” Dijo: “Tengan temor de Dios, si es que son verdaderos creyentes”. Dijeron [los discípulos]: “Queremos comer de ella para que nuestros corazones se sosieguen, saber [con certeza] que nos has dicho la verdad y dar testimonio de ella”. (5:112-113)